Truman, de Cesc Gay

Tomás, que vive en Canadá con su mujer y sus hijos, decide volver a España para visitar a su mejor amigo, Julián, que está enfermo de cáncer. Sólo dispone de cuatro días para tratar de convencerle de que no deje el tratamiento, pero Julián está mucho más determinado a encontrar una buena familia de acogida para Truman, su perro. Cuatro días de dos mejores amigos que llevan mucho tiempo sin verse, y que no saben si se volverán a ver.

Ricardo Darín interpreta a Julián, y Javier Cámara a Tomás, y ambos están excepcionales. Sn los dos personajes centrales de la historia y prácticamente todo el peso narrativo recae sobre ellos y sus conversaciones. Aunque lo que hace magistral las actuación de ambos es todo lo que se expresan el uno al otro sin necesidad de palabras.

El guión es sencillo y realista; muy bueno. Toda la película sigue el ritmo que tiene que tener. Hay muchos silencios intencionados. Destacar el montaje y la dirección, que te cautivan desde el minuto uno. Hay una simetría y una perfección en la mayoría de los planos que habrían hecho que hasta Kubrick aplaudiese.

Es una película altamente emotiva, que te conmueve desde el principio. Una historia tan excepcional y a la vez tan corriente, sobre como despedirse y enfrentarse a la muerte. Eso sí, no es aconsejable verla en día de bajón, porque en días normales ya se te escapan las lágrimas. Pero desde luego merece la pena verla, y dejar que te marque. Porque es de esas películas que marcan, de las que no te olvidas. De las mejores que he visto en mucho tiempo.

Le doy mi sobresaliente: 10/10

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